Balls De Kegel Con Control Remoto

Mientras continuaba estimulándose, comenzó a contraer y relajar sus músculos de Kegel, sintiendo la dulce tensión que se creaba en su interior. Imaginó que era el cuerpo de un hombre el que deslizaba sus bolas contra las paredes de su vagina, aumentando aún más su deseo. Sus gemidos se volvieron más fuertes y constantes, su cuerpo se arqueó de placer. Su clítoris se endureció bajo sus dedos, listo para el clímax. Un último movimiento circular y una fuerte contracción de sus músculos de Kegel la llevaron al orgasmo. Sus gemidos se convirtieron en un profundo suspiro de satisfacción mientras su cuerpo se relajaba en la cama. La dulce tensión había desaparecido, reemplazada por una sensación de plenitud y satisfacción. irritante, contenta de haber dado placer a sí misma en una noche en la que no tenía compañía. Se quedó dormida con una sonrisa en el rostro, esperando otra noche llena de placer y pasión.