Mini Vibrador De Dedo Estimulador Punto G
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El juguete anal
Jacob, un joven de dieciocho años, llevaba varios meses saliendo con Lila. Lila era una mujer segura y experimentada de poco más de veinte años, que estaba ansiosa por presentarle a Jacob nuevas experiencias en el dormitorio. Una noche, mientras estaban juntos en la cama, a Lila se le ocurrió la idea de probar algo nuevo.
«¿Alguna vez has pensado en probar algo para estimular tu ano, Jacob?» preguntó, su voz suave e invitante.
Jacob sintió un escalofrío recorrer su espalda ante la sugerencia. Nunca lo había considerado antes, pero la idea de probar algo nuevo con Lila era emocionante. «No lo sé», dijo, vacilante. «Realmente nunca había pensado en eso». Lila sonrió y se inclinó para besarlo. «Está bien», dijo. «Podemos tomárnoslo con calma. Creo que quizás lo disfrutes». Se acercó a la mesita de noche y sacó un juguete pequeño y delgado. Estaba hecho de silicona negra suave y tenía una base acampanada. «Esto es un desastre», explicó. «Se utiliza para masajear y estimular el ano. ¿Te gustaría probarlo?» Jacob asintió, sintiendo una mezcla de nervios y emoción. Lila lo besó de nuevo, suavemente, antes de agacharse para abrirle las piernas. Ella comenzó masajeando la parte interna de sus muslos, sus dedos trazando círculos lentos y suaves sobre su piel. Jacob sintió que se relajaba bajo su toque, su cuerpo respondía a cada movimiento de ella. Luego, Lila movió sus dedos hacia su ano, masajeando suavemente el exterior. Jacob dejó escapar un suave gemido cuando ella aplicó más presión, la sensación era extraña pero placentera. Luego insertó lentamente el dedal, solo un poco al principio, dejando que el cuerpo de Jacob se acostumbrara a la sensación. Mientras movía el juguete dentro y fuera, Jacob sintió una ola de placer invadirlo. Nunca antes había sentido algo así y se encontró queriendo más. Lila debió sentir su deseo, porque empezó a mover el juguete más rápido, más profundo. Los gemidos de Jacob se hicieron más fuertes, su cuerpo se retorcía bajo su toque. De repente, el placer se volvió demasiado y Jacob se sintió al borde del orgasmo. Lila debió haber sentido esto también, porque rápidamente quitó el juguete y envolvió su mano alrededor de su polla. Jacob se corrió con fuerza, su cuerpo temblando con la fuerza de su liberación. Mientras yacían juntos, jadeando y agotados, Lila le susurró al oído a Jacob. «¿Te gusta eso?» Jacob asintió, incapaz de hablar. Nunca antes había experimentado algo así y sabía que quería volver a hacerlo. A partir de ese día, el dedal se convirtió en una parte habitual de su relación amorosa. Jacob nunca se había sentido más cercano a Lila y sabía que su relación seguiría fortaleciéndose a medida que exploraran nuevas experiencias juntos.
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